En virtud de la situación económica actual de los venezolanos, nuestra organización sindical ha indagado a través de distintas fuentes en el problema que hoy afecta principalmente a los trabajadores asalariados del país, por el "amarre" al cual estamos sometidos ante la imposibilidad de indexar nuestros salarios conforme a los altos índices de inflación que se han registrado en el año 2017, y que se esperan para el año que apenas comienza.
Con el objeto de entender más sobre este proceso nuevo y relevante para los venezolanos, presentamos el siguiente trabajo de investigación que trata sobre la hiperinflación, sus causas, soluciones y recomendaciones, tomando como referencia la experiencia de otros países que en algún momento pasaron por la misma situación económica que actualmente atraviesa Venezuela.
En primer lugar, debemos conocer que es la inflación, la cual se define como el aumento generalizado de los precios de bienes y servicios durante un período en un país. El consumidor puede comprar menos productos con la misma cantidad de dinero cuando sube la inflación. Las personas se empobrecen y la calidad de vida se deteriora.
En ese sentido, la hiperinflación es un tipo inusual de inflación que implica un aumento general de precios a niveles muy altos. La moneda tiende a perder la capacidad para desempeñar sus tres funciones: ser unidad de cuenta, medio de intercambio y reserva de valor. El dinero es funcional cuando cumple los tres propósitos. Se vuelve disfuncional cuando no puede cumplir alguno de ellos.
Ahora bien, la inflación se origina cuando el Banco Central crea dinero más rápido que el aumento de la producción de bienes y servicios. Cuando los ingresos fiscales son menores a los egresos, los gobiernos obligan a los Bancos Centrales a emitir dinero para pagar los gastos que el Estado no puede cubrir con sus ingresos o la emisión de deuda. Este proceso se llama monetización del déficit fiscal y es una de las principales causas de los fenómenos inflacionarios. El desbalance entre el nivel de producción y la cantidad de dinero en la economía puede alcanzar tal proporción que desencadena procesos hiperinflacionarios.
Las personas ajustan sus expectativas y comportamientos ante el incremento de los precios. Gastan su dinero lo antes posible para adelantarse a los aumentos. Cuando es una conducta generaliza, el dinero circula más rápido y agrava el proceso inflacionario. Se genera un círculo vicioso: los precios altos alimentan expectativas de precios más altos, y en consecuencia, se elevan los precios. El ciclo se retroalimenta en un proceso que destruye el valor de la moneda.
Obviamente, la hiperinflación es un proceso que trae como consecuencia el crecimiento súbito de la pobreza. Como no se puede anticipar el ritmo al que suben los precios, los ingresos en términos reales se rezagan y los ciudadanos pierden capacidad de compra. Las cantidades demandadas de bienes y servicios disminuyen mientras que los costos crecen, lo que compromete la sostenibilidad económica y financiera de las empresas. El impacto es desigual, tanto para las empresas como para las personas, debido a las diferencias en el acceso al crédito y a los activos en divisas. Aumenta el incumplimiento de contratos porque no pueden mantenerse los precios y los costos de transacción. Esto se agrava en Venezuela por la rápida desactualización del cono monetario y la escasez de productos por los controles de precios y la caída de las importaciones.
Los precios transmiten información sobre la escasez relativa de los bienes y guían la asignación de recursos productivos en una economía. La hiperinflación destruye la calidad de información que ofrecen los precios y genera ineficiencias en la asignación de recursos, lo cual compromete la viabilidad de las empresas y afecta la creación de empleo. Las empresas empiezan a sufrir problemas con el flujo de caja porque la contracción en la demanda afecta el ritmo de aumento de los precios, mientras los costos se incrementan. Reaparecen viejos métodos de intercambio, como el trueque, y se tiende a exigir el pago de ciertos servicios en divisas, en lugar de la moneda afectada por la hiperinflación.
Una manera de ver el efecto de la inflación en los ingresos de los ciudadanos es evaluar el impacto de la evolución del salario mínimo en términos reales. En hiperinflación el salario real (capacidad de compra) se desploma; el salario mínimo en Venezuela luego de subir en términos reales durante la primera década del siglo XXI, un salario mínimo hoy compra 80% menos bienes de lo que compraba un salario mínimo en enero de 1998.
Todo problema tiene su solución y todos los procesos hiperinflacionarios registrados en la historia han terminado en programas de estabilización. Seis elementos se repiten en todos los planes:
- Reforma monetaria que implica cambios en la denominación de la moneda o en el establecimiento de relaciones de valor con otras monedas.
- Aumento de tasas de interés con la intención de crear tasas de intereses reales positivas y recuperar la función de reserva de valor de la moneda.
- Restauración de la convertibilidad monetaria y la estabilidad del tipo de cambio en el marco de un proceso de generación de confianza en la moneda.
- Austeridad fiscal en función del balance presupuestario que disminuya o elimine la necesidad de financiamiento del déficit fiscal por parte de los bancos centrales.
- Recuperación de la autonomía del Banco Central.
- Asistencia internacional que implica recuperación de acceso a los mercados financieros internacionales.
A modo de ejemplo, citamos el caso de Zimbabue donde la inflación llegó a 54% en el año 2000. Cinco años después los precios crecieron a una tasa de 585,4% anual. En 2006 la inflación escaló a 1.281%. Dos años más tarde, la cifra oficial era de 231.000.000.000% (doscientos treinta y un mil millones por ciento anual). El Banco Central dejó de publicar el índice el año siguiente. El expresidente Robert Mugabe acusó a los comerciantes del incremento de los precios, ordenó perseguirlos y llevó a prisión a varios. Como la medida no frenaba la crisis, prohibió la inflación. Decretó que los precios debían bajar 50%. Los consumidores compraron todos los alimentos y electrodomésticos en pocos días. Forzado por la situación, Mugabe aceptó la ayuda del Fondo Monetario Internacional. Entró en vigencia el uso de moneda extranjera, se liberaron los precios y cesó la persecución contra comerciantes y hacendados. La hiperinflación se detuvo.
No hay soluciones personales para la hiperinflación, dependen de las autoridades económicas. Sin embargo, se puede minimizar el impacto del proceso. Todas las recomendaciones clásicas de finanzas personales (hacer un presupuesto que asegure la capacidad de pago, reducir gastos superfluos y construir un fondo de reserva) aplican aún más en un proceso hiperinflacionario. Presentamos algunos elementos estratégicos que toda persona debe considerar en un contexto hiperinflacionario:
- El tiempo es oro; los precios suben con frecuencia y a niveles inusitados en hiperinflación. Mejor comprar hoy que esperar a mañana.
- Usar el crédito en bolívares; un manejo adecuado de las tarjetas de crédito puede ayudar en el manejo de flujo de caja.
- Buscar reservas de valor en activos o monedas; una manera de protegerse es transformar en monedas o bienes que no pierdan valor con el tiempo.
- Multiplicar las fuentes de ingreso; cada persona debe evaluar la posibilidad de aumentar sus fuentes de ingresos para compensar la caída del poder adquisitivo de la moneda.
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