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Por: Adamis Barrios |
La tesis hasta ahora sostenida de que la clase trabajadora organizada debe convertirse en el actor privilegiado y determinante en los procesos de democratización del nuevo desarrollo, tiene delante de sus retos formidables que los trabajadores deben encarar y responder.
El surgimiento de una nueva clase trabajadora progresista, se hace sin duda alguna necesaria, para confrontar la incapacidad del sindicalismo establecido, la practica corporatista que genera la ruptura de la solidaridad de la clase obrera, la falta de conciencia y voluntad política para auto-transformarse, reestructurarse y renovarse, la ausencia de un pensamiento ideológico y una nueva práctica sindical y la falta de visión y decisión para transformar definitivamente su propia realidad.
Si los trabajadores no somos capaces de resolver estos desafíos, jamás podremos ejercer el protagonismo expresado en esa tesis y estaríamos condenados a soportar pasivamente todos los abusos y ultrajes que en contra nuestra, ejerce el sector patronal en un vulgar contubernio con muchas conducciones políticas (Juntas Directivas), de numerosos “Sindicatos” en nuestro país.
Nadie podrá hacer por nosotros, lo que no seamos capaces de hacer nosotros mismos, nadie nos regalará nada que no estemos dispuestos a lograr con nuestras luchas dentro de la legalidad, y la historia no nos perdonará el no haber asumido responsable y valientemente nuestra obligación y deber.
Para cambiar lo que nos afecta, no podemos ni debemos caer en el simple juego de la retorica demagógica, o confrontamos lo que está mal y a quienes lo hacen mal, o nos hundimos en el miserable barco de la resignación, permitiendo que se sigan conculcando y violentando nuestros derechos y justas aspiraciones.
La clase trabajadora como tal, debe jugar un papel determinante en los procesos de democratización y recomposición de sus propias estructuras de lucha social y debe asumir una responsabilidad categórica en dichos procesos.
No es posible ni mucho menos aceptable que sigamos permitiendo pasivamente que tanto patronos, como “dirigentes sindicales” abusen de nuestra buena fe y de nuestro temor a confrontarlos; por tanto hay que impulsar las luchas reivindicativas que se deban impulsar, y al mismo tiempo generar la organización y las estrategias necesarias, que propendan a garantizar en las elecciones sindicales el triunfo de los más capaces y honestos para que asuman la conducción política (Junta Directiva) de los sindicatos, no hacerlo así, sería retrasar indebidamente, la posibilidad de una verdadera democratización en el movimiento organizado de los trabajadores.
COMPAÑEROS TRABAJADORES DE LA CERVECERÍA REGIONAL
LA HORA DE NUESTRA LIBERACIÓN ESTA CERCA
RESCATEMOS NUESTRO SINDICATO